viernes, 4 de enero de 2008

Libertad y Predestinación

Para comenzar diré que ser escogido no es fácil. El ego y el orgullo son dos poderosos enemigos que van de la mano como dos mariquitas tratando de golpearte en la cabeza y recordarte lo “importante que eres”.

Por otro lado es una gran oportunidad de dar a entender a otros que uno no es el único escogido y que a pesar de todo la predestinación no es tan mala tampoco.
Mi historia comienza antes siquiera que yo tenga memoria.


Mi madre iba a la iglesia con regularidad. A sus veintiocho años ya se había asentado en la capital. Estaba casada con mi padre, tenían una pequeña de unos seis años de nombre Belén y llevaban una vida más o menos común: eran medianamente pobres, pero mantenían su vida a punta de mucho esfuerzo y sacrificio.

Servían hacía tiempo en esa congregación y la congregación estaba comenzando a crecer, de modo tal que a mis padres, por su participación en la iglesia les asignaron el local que comenzaría la ampliación del núcleo de la iglesia.

Al parecer estaban muy respaldados por la poderosa mano de Dios, porque la gente se comenzó a ir a la iglesia nueva que tenían mis padres a cargo y de a poco la envidia comenzó a carcomer los corazones de los pastores de la congregación inicial; no solamente ellos. El veneno se comenzó a extender a otra parte de la hermandad, con lo que se estaban comenzando a ir algunas personas en contra de la gente que conformaría mi familia.

Se dijeron muchas cosas: vincularon a mi madre como amante de uno de los pastores y se comenzó a hacer notoria la avaricia que cubría la mirada hacia mi padre. Uno de los detalles más dolorosos fue el hecho de que la guitarra roja que tenía mi padre, se la habían pedido prestada; su devolución llegó a sus manos sin los puentes y por ello sin las cuerdas...

Y así, detalle a detalle, mis padres fueron alejándose de la congregación, comenzaron a ir menos y entregaron el templo que les había encargado. Unos cuantos meses antes de que dejaran de asistir, ya muy hastiados de toda la falta de amor de parte de los hermanos se levantó una persona para entregar un mensaje a mi madre. El mensaje decía más o menos así (discúlpenme si no lo reproduzco como fue a cabalidad):

"Por todo lo que has sufrido, te digo a ti que te daré un hijo varón, el cual te llenará de satisfacciones y recorrerá el mundo (y esto es lo que no se acuerda muy bien mi madre, pero igual lo creo para mi) dando a conocer el evangelio".

A los cuatro meses mi mamá quedó embarazada.

No se cómo la gente puede saberlo, pero por la forma de guata (no lo sé, solo digo lo que la gente dice) al parecer se sabría el sexo de las guaguas antes que nazcan: La gente le decía "Va a ser niñita..." y mi mamá muy segura respondía "No. Yo se que va a ser varón".

A los cuantos meses nací yo.

En estos tiempos en que la gente se jacta de libertad y donde tratamos de colocar nuestras propias reglas a la existencia nuestra, la predestinación pareciera ser algo ya obsoleto, incluso esclavizante para el ser humano. Lo más chistoso, es que se vuelve poco a poco de moda entre los círculo de la gente que anda en la onda del "New Age" (Nueva Era), en donde terminamos creyendo que venimos de vidas pasadas y finalmente ello nos conduce a la predestinación.

Pero cuidado. Dios no es un jugador de ajedrez, Dios tiene un plan para nosotros, pero nos ha regalado autonomía para poder ejercer con libertad y escoger realmente si es que tomamos algo o no.

Él dice en Deuteronomio 30:19 "...que os he puesto delante la vida y la muerte, la bendición y la maldición; escoge, pues, la vida para que vivas tú y tu descendencia".

Pues así actúa Dios: El coloca delante de nosotros todas las posibilidades, nos permite distinguir unas de otras, nos permite tomar las desiciones en plena conciencia y nos deja incluso cerrarnos en nuestra determinación, porque Él nunca toca nuestra libertad, actúa con respeto por nuestra individualidad y lo más sorprendente: Podría hacerlo y no lo hace.

Ahora uno se puede preguntar, "¿pero qué clase de libertad es esa donde te imponen lo que harás?" y yo digo "no me han impuesto nada. Han puesto delante de mi la bendición y la maldición y he escogido la bendición.Nadie me obligó. Me dieron a conocer todas las opciones (si, Dios es transparente) y yo escogí por Él."

Me han pasado muchas cosas en mi vida. Muchas de ellas malas y podría decir que la mayoría de ellas las he escogido yo: mis depresiones, mis tristezas, mis fracasos, mis desiluciones, mis luchas...

Le preguntaba a la Mayo acerca de sí de alguna forma era posible que no hubiese pasado por todo lo que ella sabe que he pasado. Y ella me contestó "Sería decepcionante pensar que si"

Pienso en Victor Frankl cuando pienso en la predestinación. Él escribió "El Hombre en Busca del Sentido", un libro donde él relata su paso por un campo de concentración nazi.´nombra cómo el ser humano es rebajado al límite de su humanidad; vivir hacinado, trabajar en la nieve, comer mal y poco y enfermar con la certeza casi absoluta de que la muerte estaba mirandolo a él y a quienes lo acompañaban. Perdió a su esposa, perdía la dignidad, perdía la fuerza física porque todo se lo quitaba su estancia allí. Pero nadie, absolutamente nadie le robaba la capacidad de poder pensar como el quisiera, planear su vida fuera del campo; nadie podía robarle la posibilidad de sentirse contento aún en esas condiciones. ¿Estupidez? Bueno, mirando cómo nos subyuga la sociedad, quitándonos todo, aplastándonos con su consumismo y su egocentricidad, poniendo en nuestras cabezas que necesitamos hacer grandes y maravillosas cosas para poder sentir gozo y paz en nuestro corazón, cuando en realidad Dios quiere que traigamos nuestros pocos panes y peces (lo poco que tenemos) y hacerlo algo grande... Si. Frankl era un estúpido. Y yo quiero ser un estúpido ¿Quién me apoya?