miércoles, 13 de octubre de 2010

Apareciendo...

En los últimos meses estuve desaparecido...

Lo cual no encuentro que sea malo; estoy convencido que a ratos necesitamos tiempo para estar solos, aclarar nuestras ideas, vomitar algunas cosas, comer nueva comida, despejarnos, airearnos, quitarnos los odios y llenarnos de amores nuevos...

Sacar de nosotros las esclavitudes viejas y persistentes, reemplazándolas por aquellas libertades en las cuales Dios nos deja vivir, esforzarnos, descansar también...

Estos últimos meses me han significado el esforzarme de una forma distinta... He aquí ya no habían tantos monstruos externos, como yo, el gran monstruo... Una gran bestia... Una olla de rabia, un hervidero de pasiones, de cosas, connotaciones internas en las que Dios y yo sabemos cómo, en términos particulares, pasamos de pálidos colores a un gris oscuro casi negro...

Estos últimos meses me he cuestionado todo, desde la existencia, hasta Dios... La existencia de la existencia y la existencia de un yo respecto a Dios... Me he despersonalizado, cosificado en relación a otros... He cosificado a otros... He querido estar lejos, estar solo... sin que alguien me pregunte "¿como estás?", sin que nadie se atreviese a preguntar para responder un robótico "que bueno..." y yo esperase de mi una pregunta que implique cierta reciprocidad...

Llegué a odiar muchas cosas, muchas situaciones... Llegué también a admirar con la boca abierta algunas cosas; acríticamente... Me hice de algunas esclavitudes... Me volví insensible a muchas cosas... A muchas situaciones, a las cosas que las personas sentían. También me ausenté de los procesos de mis amigos.

Cuando un amigo muy querido me preguntó si era cristiano, no supe responder... Me costó... Fue la pregunta más difícil de contestar a la que me he tenido que enfrentar (por si fuera poco con físico-química)... Me costó un mundo, en esa consulta donde el cartel de acupuntura parecía apuntar a los centros de mi duda, a los centros de mi incapacidad... Y como si una de esas agujitas me hubiera cruzado algún nervio del habla, mi boca, mi lengua, mi corporalidad, en esa salida en un octavo piso, se durmieron... No pude responder hasta un minuto después (el que me pareció como si hubiera sido mayor cantidad temporal) Quizá lo más milagroso (o indecente), fue que respondí con todo mi entumecimiento que si. Que sí era cristiano, que lograba responderle a mis amigos que yo podía aceptar que la verdad de Cristo era fundamental para mi (o que al menos, sentía mucha afinidad por Cristo, este amigo de personas odiables y odiosas como yo)...

Así y todo cuando pude salir del horrible abismo de mi mentalidad crítica y a-crítica, choriza y rasca, luchadora al final... Al salir me di cuenta que lo que me faltaba era sinceridad: Imaginarse a un odioso ser humano que al final de todo no es capaz de ser sincero... Quizás lo peor no es que no sea sincero con Dios... Dios puede relacionarse con los insinceros y El seguirá hablándole a la puerta sin manilla que es él... A El no creo que le cause algún rollo existencial encontrar a aquellos que dicen, al menos sentir alguna afinidad práctica con El y/o con su mensaje, que ellos no estén muy convencidos de lo que dicen decir... A Dios no se le enredan los pájaros de su actividad relacional porque alguno de nosotros tenga problemas con los significantes y los significados ideales... El rollo más grande y terrible, sea quizás no ser insinceros con Dios, porque El nos ama aún con nuestra insinceridad... El problema que quizás acarrea más tragedias sea el de tratar de decir que somos sinceros con nosotros mismos, y lo peor sea que no lo somos... Peor de los peores aún... Es que no nos damos cuenta que ni siquiera somos sinceros con nosotros mismos...: Somos una hoja que el viento eleva con una pequeña corriente de otoño, que lleva a un lejano lugar, desde un lugar muy, muy distante; para al fin lograr ser aplastados por un señorcete al que no le importa aplastar hojas de otoño, porque están muy crujientes, frágiles, fácilmente rompicionables...

¡¡¡DIOS LÍBRANOS DE NUESTRA INSINCERIDAD CONTIGO, PERO LÍBRANOS MÁS DE NO DARNOS CUENTA QUE SIQUIERA PODEMOS CONFIAR TANTO EN NOSOTROS, EN NUESTRA SINCERIDAD...!!!

Quizás lo que me da más lata sea que no pude, en mi ensimismamiento, estar cerca de mis amigos... Me topo con que, al salir de mi zona de incomodidad, la vida no detuvo su reloj y los demás, con sus problemas y sus alegrías o pseudoalegrías, se ven a lo lejos hemosas, hemosos o con apariencia de aparente hermosidad... A algunos no los he visto, y me encantaría verlos...

Cuando pasó el tiempo y me di cuenta de todo lo que pasó con mis amigos, a los que digo querer mucho, y lograr contrastarme a mí en la lejanía de ellos, fue una triteza, pero no un llanto, solo rabia conmigo... Rabia de no estar, y preguntarme dónde estuve en todo este tiempo... Y al buscar en mi memoria me encuentro en lo de más arriba...

Así y todo hoy puedo disfrutar la vida...

Veo todo más claro (no completamente, como si hubiese alcanzado algún estado nirvánico). El atreverme a encontrar con Dios y con lo que quedó de mi, siento que me ha hecho bien... No quiero recomendar a la gente que lea esto que lo haga (si le place hacerlo, hágalo), porque considero que los procesos de cada uno son personales en la percepción... Y no creo que sean estandarizables, aunque en cada uno de nosotros haya un pequeño griego con ganas de encontrar la esencia de las cosas, lo general y aplicable para todos... Pero si, a mi me ha hecho bien ser sincero con Dios y conmigo mismo...

Así no más po'...

Ahora, y como siempre, sobre todo en la iglesia-institución, sigo siendo un aparecido...

Mi vida continúa, en este contínuo...